Nadie en el barrio podría haber imaginado que el hombre
bondadoso que se vestía de payaso para entretener a los niños enfermos era el
responsable de 33 asesinatos. El olor que salía de su casa llamaba la atención,
pero John Wayne Gacy –quién se hacía llamar “Pogo, el payaso”– aseguraba que
tenía un problema en las cañerías. La realidad era otra, el olor provenía de
los cadáveres putrefactos que ocultaba en el sótano.
Detrás de la macabra historia de uno de los mayores asesinos
seriales de Estados Unidos hay una niñez sufrida y cruel. Su padre, alcohólico
y golpeador, solía azotarlo por no ser como el deseaba. Su deseo homosexual
reprimido se descubrió cuando la policía allanó la casa de Gacy y descubrió que
el bondadoso payaso, amado y respetado por todos en la ciudad, no era otra cosa
que un asesino de niños y jóvenes.
Gacy fue condenado a la pena de muerte y, el 10 de mayo de
1994, recibió la inyección letal. Sus últimas palabras quedarán en la memoria
del guardia que las recibió. Lo miró fijo, con frialdad, y disparó: “Bésame el
culo”. Allí, dejó de respirar, aunque en la memoria de los americanos quedará
grabada la imagen de “Pogo, el payaso asesino”.
A continuación, un documental sobre la vida de uno de los
mayores asesinos seriales de la historia norteamericana:
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