La modelo colombiana Angi Sanclemente Valencia, acusada de
integrar una red de narcotraficantes internacionales, festejó sus 33 años en el
Penal de Ezeiza. Allí, cumple una pena de 6 años y 8 meses de prisión. Insiste
en que es inocente y espera recuperar la libertad a fin de año.
Una torta y una gaseosa reposan en la mesa de un comedor en
el cual la imagen del cielo se ve interrumpida por los barrotes que aseguran
las ventanas del Penal de Ezeiza.
Mientras el país festeja un nuevo aniversario del Día de la Patria, en ese
espacio vacío, un cronista y la madre de la modelo colombiana Angi Sanclemente
Valencia. La joven se demora más de lo previsto. “Se debe estar maquillando”,
explica la agente penitenciara, según relata Adrián Subelza, en su nota
publicada en el diario Crónica.
Era verdad, la joven llegó producida como cuando modelaba y
se estrechó en un interminable abrazo con su progenitora. No debe ser nada
fácil cumplir 33 años dentro de un centro de detención, luego de haber pasado
muchos festejos en grandes eventos, rodeada de champaña y personas de un enorme
poder adquisitivo. Aquí, dentro del penal, todos son iguales.
“Es la segunda vez que paso mi cumple aquí. Es el peor. Lo
vivo con mucha melancolía. Yo estoy condenada, pero reitero mi inocencia. No
soy líder de ninguna banda de narcotraficantes, ni recluté chicas para nada, ni
soy el enlace de nada, como dijeron muchos. Sólo hice una llamada por amor y
eso me condenó”, le afirmó la actriz a Subelza.
Desde noviembre de 2011, la modelo colombiana cumple una
condena de 6 años y 8 meses de prisión por ser considerada por la justicia como
el enlace local con grupos internacionales de narcotraficantes. Para los
magistrados, Sanclemente Valencia era la encargada de reclutar a modelos, con
el fin de facilitar el tráfico de estupefacientes, principalmente España. Ella
sufrió la misma condena que su novio Nicolás Gualco y el tío de este, quien,
curiosamente, quedó en libertad a los pocos meses.
La joven que habría estado casada con uno de los mayores
narcotraficantes mexicanos conocido como “El Monstruo”, fue detenida el día 26
de mayo de 2010 en un hostal ubicado en la calle Paraguay 3357, del barrio
porteño de Palermo, donde se hacía pasar por estudiante extrangera. Para
escapar de la Justicia, se había teñido el pelo de rubio y había engordado
algunos kilos. Hoy, desde su mirada, hasta sus pensamientos, se la puede ver
mucho más reflexiva: “Estar presa me sirvió para valorar muchas cosas que
quizás antes no valoraba. Lo más importante en esta vida es la familia y la
libertad para disfrutar de ella”.
Sus esperanzas están puestas en que el juez en lo Penal y
Económico Rafael Caputo, quien subroga a Marcelo Aguinsky, le otorgue la
condicional. “No pierdo las esperanzas que todo comience a salir bien. Espero
con ansias la apelación y estar en libertad para fin de año. Ya tengo
interesantes propuestas laborales en Argentina y en el exterior. Tengo fe en
Dios y creo en la justicia divina”, sentenció.
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