Hudson y Bernal. El cuádruple crimen de la familia enterrada
en su propia casa y el triple homicidio cometido por un policía retirado. La
venganza como móvil de los asesinatos a sangre fría. Cómo actúa la mente de los
psicópatas desalmados.
El fin de semana largo, mientras millones de argentinos
disfrutaban de un merecido descanso, dos noticias provenientes de la zona sur
del conurbano bonaerense inundaban de sangre y muerte lo que se creía iba a ser
un lunes tranquilo. Quilmes y Berazategui ganaban la tapa de los diarios y los
alertas informativos de los noticieros. La información que daban a conocer eran
dos asesinatos múltiples que sumaban un saldo de siete víctimas, entre las
cuales había una niña de apenas tres años.
En ambos casos hay un disparador común, que los psiquiatras
forenses denominan como actos psicóticos. Aunque son claros en remarcar que,
entre el cuádruple crimen de Hudson y el triple de Quilmes existen marcadas
diferencias de personalidades entre quienes cometieron el hecho y entre sus
entornos, más allá de tratarse de dos asesinatos de varias personas. “La
diferencia más marcada está en el accionar de cada uno de quienes cometieron el
delito”, aseguró a EG el psiquiatra Hugo Marietan.
Cuádruple asesinato
La madrugada del lunes 30 de abril, un grupo de vecinos del
barrio Kennedy Sur de Hudson, partido de Berazategui, junto a familiares de los
desaparecidos, alentados por la propia policía, comenzaron a excavar en el
fondo de una precaria casa. Sábanas y colchones ensangrentados fueron lo
primero que encontraron. Luego apareció un pie, el de la desaparecida Lorena
Sosa (21 años). Pero ahí no terminaba la búsqueda, ya que en la misma fosa se
encontraba el cuerpo del padre de Lorena, Pablo Sosa (65), el del hermanastro
Javier Lucce (25), y el de la hija de la joven, Jazmín (3), quienes habrían
sido asesinadas el miércoles 25 mientras dormían.
Cuando entró, el familiar que realizó la denuncia descubrió
manchas de sangre en las paredes y las sábanas. La Policía Científica secuestró
un pico y una maza que habrían sido utilizadas para cometer los asesinatos.
Estos detalles son los que delatan el morbo de la mente de quien cometió el
delito. “Por las características con las que se cometieron los asesinatos, el
asesino deja ver la premeditación con la que actuó. Y en las manchas de sangre
en toda la casa, el gozo, el regocijo que sintió el psicópata al cometer los
asesinatos”, explica Marietan.
Otra de las particularidades que enmarcan a este hecho es el
entorno. “Sin acusar a la víctima, hay que tener en cuenta la psicopatía de Lorena”,
explica el psiquiatra y agrega que en el ámbito profesional cuando alguien que
estaba en pareja con una persona peligrosa, lo deja por otra de las mismas
características, y la lleva a su casa conociendo los riesgos que esto implica,
es considerada una persona “complementaria de alto riesgo”. Igualmente, la
patología en la que se puede enmarcar a la víctima no justifica el accionar de
Diego Arbellano Perotti, el principal sospechoso que al cierre de esta edición
seguía prófugo.
En este caso no se puede dejar de lado las fallas en la
Justicia. El hombre acusado de cometer el cuádruple crimen se movía con total
libertad e impunidad, cuando en realidad debía haber estar preso porque hace
tres semanas se fugó de la cárcel. Perotti tenía una condena de ocho años por
“robo y abuso de armas”, le habían otorgado el régimen de salidas transitorias,
que violó. Volvió a la cárcel y al poco tiempo volvieron a otorgarle las
salidas transitorias, las que violó por segunda vez.
Perotti se movilizaba con el documento de identidad de su
amigo, el único detenido por los crímenes, Leonel Soria. Marietan insiste en
que “para Perotti, quien era su mujer se convirtió en un obstáculo y, para un
psicópata de tu talla, la única solución era asesinarlos a todos”.
Triple asesinato
Cerca de las 11 de la mañana del lunes, el ex policía Juan
Guillermo Moreno (44) llegó a la casa ubicada en Belgrano 783, en Bernal
(Quilmes). Allí se encontraba el prestamista Guillermo Mouzo (46), junto a dos
amigos: Sergio Farinola (40) y Gabriel Vilar (35). Moreno y el prestamista se
encerraron en una habitación a renegociar una deuda de entre 80 y 100 mil
pesos, que el ex policía tenía con él. Luego de una ardua discusión, Moreno
gatilló su Glock calibre 45 en la cabeza de Mouzo. Cuando se iba, se encontró
con la esposa del prestamista que volvía del mercado y, con una frialdad
inexplicable, se ofreció a ayudarla a cargarlas. En ese momento, los amigos de
Moreno bajaban de la planta superior armados. Moreno desenfundó la pistola y
los mató a ambos. Escapó en su auto y luego en una persecución y un tiroteo,
fue detenido por efectivos de la Policía Federal.
Si bien en ambos casos existió una premeditación, lo que
diferencia el accionar de Moreno del asesino de Hudson es la esperanza de que
el prestamista cediera. Pero eso no sucedió. Mientras el asesino del cuádruple
crimen actuó con frialdad y decisión, el ex policía no parecería haber tenido
la idea de matar. “Si Moreno hubiera tenido la frialdad y la decisión de matar
que sí tuvo el asesino de Hudson, no se hubiera expuesto yendo a la casa en
plena mañana, como lo hizo”, explica Marietan. Y concluye: “El accionar de
Moreno no es el de un típico psicópata, porque el psicópata es una persona
hábil y él no lo fue”.
La matanza de Campana
El 2 de agosto de 2008, a la altura del kilómetro 66 de la
Panamericana, hallaron los cuerpos de Marcelo Mansilla, su esposa Sandra Rabago
y sus pequeños hijos Agustín y Milagros, de 12 y 8 años. El cuádruple crimen
fue cometido por Ángel Fernández, un violento presidiario de grueso prontuario
que violaba a su antojo el arresto
domiciliario. Tenía pulsera electrónica del Servicio Penitenciario pero, por
falta de controles, violaba la detención a su antojo. Tiempo después, el
Tribunal Oral en lo Criminal Nº 2 de Zárate-Campana condenó a Fernández, a su
hijo Cristian David Fernández, a Stella Maris Cáceres y Daniel Darío Vera por el brutal asesinato de la familia. El fallo estableció que los tres hombres
fueron responsables de cuatro “homicidios calificados, por el concurso
premeditado de dos o más personas con alevosía, todos en concurso real con
privación ilegal de la libertad y robo agravado por su comisión en lugar
poblado y en banda”. El móvil de los homicidios fue la venganza. Porque, al parecer,
una vez la víctima había delatado al asesino.
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