jueves, 9 de agosto de 2012

MUERTE EN LA PUERTA DE LA FICCIÓN



El sargento retirado de la Policía federal, que trabajaba como custodio en la productora Pol-ka, descendió del remis que lo traía del banco sinimaginar que ese sería su último trabajo. Escondido detrás del Ford A que adorna la puerta de la concesionaria Taxis Barzola lo esperaba su última labor como hombre de la ley.

El ex sargento Carlos Rostirolla regresaba junto a una empleada de la productora de hacer un tramite bancario. Al descender del vehículo que los trasladaba fueron abordados por un delincuente que circulaba acompañado en una moto Honda Falcon sin patente. “Dame toda la guita ya o te quemo”, increpó el malviviente al custodio. Inmediatamente iniciaron un forcejeo. Cinco disparos retumbaron en la puerta de Pol-ka. Ambos hombres cayeron al suelo heridos: el sargento con una herida de hemotórax y otra en la pierna y el delincuente con un balazo en la ingle. El segundo ladrón escapó por Jorge Newbery, hacia Alvarez Tomas.

Con la llegada de la policía el delincuente y Rostirolla fueron trasladados heridos. El custodio, que se llevó la peor parte, falleció en le hospital de Los Arcos.  El barrio porteño de Colegiales vivió una tarde negra y no de ficción.

domingo, 10 de junio de 2012

SECUESTRO EXTORSIVO Y TOMA DE REHENES


“Secuestro extorsivo y Toma de Rehenes” es un libro de características académicas y periodísticas, de lenguaje ágil, sencillo y si bien ahonda en términos técnicos es comprensible para profesionales de la seguridad pública, privada y lectores en general. Mas allá de un material de consulta, es un importante aporte a la capacitación, la prevención y la atención que todos debemos tener para poder enfrentar la inseguridad desde el lugar que nos toca como miembros de la sociedad. Todos somos victimas de la inseguridad, todos somos victimas de este conflicto, y desde ese lugar, podemos encontrar en este libro, las herramientas necesarias para aprender a no ser una victima mas, y en caso de llegar a serlo, afrontar la situación conociendo pautas de conducta claras y precisas.




Autores: Paula ALCOBA 
Páginas: 262
Tipo de Tapa: Rústica
ISBN: 978-987-23587-0-9
           

Valor: $140


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MEDICINA FORENSE CONTEMPORÁNEA


La presente obra tiende a brindar información actualizada a los profesionales de las ciencias médicas, jurídicas y criminalísticas (especialmente los médicos legistas) encontrando en el, una guía que los ayuda a resolver los complejos problemas con que suelen enfrentarse en su trabajo cotidiano. Hoy en día el que debe peritar en cuestiones médico-legales debe tener una calificada formación post-grado que incluye, además de los conocimientos y experiencia médica, formación en cuestiones de derecho procesal y criminalística médico-legal ya que como en toda cuestión de derecho nunca se deben perder las nociones de las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar.








Autores: José Antonio V. FRARACCIO 
Páginas: 670
Tipo de Tapa: Rústica
ISBN: 987-22059-1-4


Valor: $ 350

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MANUAL DE PSIQUIATRÍA FORENSE


La presente obra es la consecuencia de muchos años en que el autor se ha desempeñado como Medico Forense de la Justicia Nacional, al igual que en su actividad docente. Esta ha venido a cubrir el déficit que existe en la actualidad de un texto de Psiquiatría Forense que se de fácil lectura y comprensión, intenta resolver la dificultad que tienen los Médicos Legistas cuando pretenden realizar informes y lograr conocimientos mas precisos con respecto a la psiquiatría y de todos aquellos especialistas que desean incursionar en el apasionante mundo de la Medicina Legal. La mayor parte de esta obra se ha conformado con la preparación de los temas para juicios orales donde el autor ha tenido que intervenir como Medico Forense. Se han incorporado conceptos de Bioética al igual que las propuestas para un Comité de Riesgo ya que los médicos deben conocer y poseer herramientas para evitar pasar por la “ruptura existencial” de ser demandados.



Autores: Jose Luis COVELLI 
Páginas: 483
Tipo de Tapa: Rústica
ISBN: 978-987-22059-9-7


Valor: $ 280

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LA VÍCTIMA DEL CRIMEN


Uno de los problemas de la criminología moderna, es la aparición de la víctima en la escena de debate. Este interés por la víctima también puede ser entendido como un producto de la propia evolución de la criminología; pero según factores de distinta etimología. Por un lado la reconsideración de carácter de peligrosidad del delincuente, la constatación que los sujetos pasivos son en su mayoría débiles o de condición socioeconómica media o baja y la certeza que el delito común es un arma electoral utilizada políticamente. La víctima del delito adquiere, por un lado, una singular personalidad con características biológicas, psicológicas y sociales propias y por otro, un papel indudablemente dinámico en su correlación con el delincuente.






Autores: Raúl Osvaldo TORRE
Páginas: 462
Tipo de Tapa: Rústica
ISBN: 978-987-23587-2-3


Valor: $ 280

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LA EXHUMACIÓN MÉDICO LEGAL


Tanto en las corrientes de pensamiento de la Medicina Legal y Forense como las del Derecho, ha existido una tendencia a considerar a las exhumaciones como algo impráctico y de escasa unidad. Enfrentada a ella, existe otra tendencia que las considera como de valor inapelable. Resulta lógico admitir que entre ambas polaridades de pensamiento debería existir un término medio que justiprecie la situación. En realidad, con un sentido pragmático, debe considerarse entonces que las exhumaciones tienen una utilidad relativa, debiéndose tener en cuenta primordialmente los objetivos propuestos respecto del caso particular: en la práctica pericial forense ha habido casos que despertaron expectativas inusitadas que terminaron con resultados frustrantes, y también hubo casos con hallazgos sorprendentes en situaciones totalmente inesperadas. En la bibliografía nacional como en la internacional, en torno a las exhumaciones, no existe una concepción integral en cuanto a la significación de sus hallazgos, tampoco una valoración de datos de interés (o no) proporcionados por estas experiencias en el ámbito médico forense, ni una demostración de su utilidad cuantificable desde el ángulo tanatológico ni desde la perspectiva jurídica. Los tratados clásicos de medicina legal nacionales y foráneos poseen contenidos que se hallan hoy largamente excedidos por las necesidades y circunstancias que impone la praxis actual en lo pericial médico; además, la literatura extranjera (principalmente angloamericana) que se utiliza en nuestro país contiene una actualización suficiente, rica, pero universalmente dispersa e inconexa, con una escasa concentración de datos y elementos, que en conjunto, resulten provechosos para las situaciones médico de nuestro medio. Las exigencias de la práctica médico-legal y la labor pericial en el presente, respecto de la práctica de las exhumaciones, hacen necesaria la elaboración de una propuesta metodológica que sirva como modelo o protocolo, reglado y puntuado a fin de dar cumplimiento a los requisitos operativos técnicos también legales. La misma debe resultar además, acorde a las características de nuestro medio y circunstancias, y encontrarse debidamente fundamentada en la experiencia y con apoyo estadístico, para poder así verter opiniones médicas sustentables sobre el tema en el ámbito de la tanatología forense, por fuera del empirismo preconcebido. Esta obra comprende un estudio exhaustivo que permiten interpretar los hallazgos, diseña clasificaciones basada sobre diversos criterios, y estipula una metodología de procedimiento, pautada por la experiencia y la valoración surgida del análisis de los resultados de los exámenes complementarios, y del logro o no de los objetivos propuestos previamente para solicitar una exhumación. Todo ello desemboca en la determinación de la utilidad pericial de estas prácticas sobre bases médico firmes, sustentadas por los resultados de los estudios realizados, tópico de sumo interés no solo para la práctica forense médica, sino también extensiva al ámbito de las ciencias del Derecho, proporcionando al lego una rápida comprensión de este importante capítulo de la medicina legal.


Autores: Oscar Ignacio LOSSETTI 
Páginas: 311
Tipo de Tapa: Rústica
ISBN: 987-22059-7-3

Valor: $220

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IMPUTABILIDAD Y CAPACIDAD DE CULPABILIDAD


Para que la culpabilidad exista el sujeto debe reunir una serie de condiciones, lo que constituye la capacidad de culpabilidad o imputabilidad, es decir, la posibilidad de atribuir la conducta cometida a la integridad misma de la persona que es responsable. La imputabilidad conlleva implícitos dos conceptos: la responsabilidad como condición de hallarse obligado a reparar y la culpabilidad que podrá ser definida como un juicio de reprobación social. La imputabilidad sería un concepto jurídico biológico mientras que la responsabilidad y la culpabilidad pertenecen estrictamente a lo jurídico. Imputar es atribuir, que implica como consecuencia, sufrir consecuencias. Es la capacidad de entender y querer, o la facultad de conocer el deber. Es la cualidad o condición poseída por todo individuo con salud mental, equilibrado juicio y madurez psicológica. Implica la capacidad de culpa.



Autores: Jose Luis COVELLI / Gustavo Jorge ROFRANO / A. Monchablón ESPINOZA / Ricardo PINTO / M. Elena NUÑEZ / Susana ALFONSO
Páginas: 646
Tipo de Tapa: Rústica
ISBN: 978-987-1573-00-4

Valor: $430

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EVALUACIÓN FÍSICA MÉDICO FORENSE DEL ABUSO SEXUAL INFANTO-JUVENIL


El Abuso Sexual Infantojuvenil constituye uno de los mayores desafíos que enfrenta el profesional en la búsqueda de la verdad jurídica y médica de los hechos. La esencia compleja del delito expone la contundencia de la prueba forense como objetivo final del requerimiento judicial en su etapa de instrucción y sentencia. En el entendimiento de que el médico forense asume cotidianamente tamaña responsabilidad, fue nuestro propósito colaborar en su ardua tarea brindándole por medio del presente libro información completa y actualizada sobre la evaluación física forense aplicada a las presuntas víctimas de este libro.





Autores: Marcela del Carmen CRIADO / Graciela F. ELETA
Páginas: 450
Tipo de Tapa: Rústica
ISBN: 978-987-23587-4-7

Valor: $ 350

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LA DATA DE LA MUERTE


El objetivo de la obra está dirigido a constituir una guía práctica tanto para quienes deben relevar los primeros datos en el lugar de los hechos como para quiénes tienen la responsabilidad pericial de realizar las estimaciones, sin descuidar la profundidad en los contenidos necesaria para un tratamiento adecuado del tema. Por otra parte, intenta orientar a quienes desde la vertiente judicial, deben formular los requerimientos periciales del caso. Siguiendo este orden de ideas, los contenidos se desarrollan en once capítulos, en cada uno de los cuales se presentan las diversas metodologías de diagnóstico existentes, relacionadas con las sucesivas etapas de transformación que sufren los cadáveres, durante las cuales pueden ser aplicadas. Para favorecer la comprensión del texto, numerosos datos han sido ordenados y presentados en esquemas, cuadros y tablas. Con el mismo propósito, se han seleccionado las fotografías que se consideraron más ilustrativas de los fenómenos descritos.



Autores: Fernando Claudio TREZZA 
Páginas: 256
Tipo de Tapa: Rústica
ISBN: 987-22059-5-7

Valor: $230


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EL CONSENTIMIENTO INFORMADO


El consentimiento informado: La relación medico paciente, que durante casi dos y medio milenios se rigió por los preceptos hipocráticos, ha cambiado de manera completa. En efecto, el médico ya no es ese cuasi Dios, ni quien ejerce un sacerdocio, a la vez que el único que decide acerca del tratamiento que debe realizar el paciente. El advenimiento de nuevos criterios rectores provenientes del campo del derecho, a su vez correspondidos desde la bioética, en principio del principio de autonomía de la voluntad, ha transformado esa clásica relación, caracterizada por ser asimétrica y horizontal, en simétrica y vertical, en la que el paciente no solo participa, sino que es quien decide aceptando o rechazando lo que se le propone. Como no puede ser de otro modo, este cambio, verdaderamente revolucionario, ha traído numerosos cuestionamientos, a la par que serios problemas, siendo objeto de demandas que aumentan día a día. El autor, aborda esta compleja problemática, analizando sus particulares características, citando numerosa legislación y en cada caso, aporta fallos judiciales nacionales y extranjeros, que sirven para aclarar y a su vez, señalar el camino correcto a seguir, no solo por el médico, sino también, por los abogados y jueces.


Autores: Luis A. KVITKO 
Páginas: 876
Tipo de Tapa: Rústica
ISBN: 978-987-1573-02-8

Valor: $400


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EL CÓDIGO PENAL ARGENTINO EN LA MEDICINA LEGAL


La Medicina Legal es el soporte de cualquier sentencia donde el daño al ser humano, a la persona en su integridad y en sus derechos se ha producido. De allí la razón y necesidad de la difusión del conocimiento aplicado, el criterio del valor de la experiencia, aunque más no sea que para no repetir el error y poder archivar lo que fue y admitir lo que es, ya que la Medicina es ciencia evolutiva de acuerdo con la etapa que se haya alcanzado en el conocimiento nuevo o renovado y el Derecho marcha del brazo de dos variables que se desarrollan en el tiempo, los cambios en el Derecho como concepción científica en sus normas y los cambios sociales.






Autores: Alfredo ACHAVAL
Páginas: 256
Tipo de Tapa: Rústica
ISBN: 978-987-22059-8-0

Valor: $130

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CRÓNICAS MÉDICOS FORENSES


Resumen: La investigación efectuada por los autores ponen de manifiesto el compromiso asumido en la lucha contra el abuso sexual de menores, advirtiendo la ineficacia de las normas vigentes y la necesaria capacitación del personal policial, poniéndole énfasis a la prevención, para la cual debe involucrarse la sociedad en su conjunto. Para ello abarca la parte normativa (art.119), los aspectos criminológicos, psicosociales psicológicos y desarrolla casos reales donde se hace un análisis causístico y epidemiológico. Apéndice con la ley 23849, la convención sobre los derechos del niño y la ley 24417 Acompañan las crónicas fotos en papel ilustración.





Autores: Carlos A. CORNAGLIA / Mario G. VIGNOLO 
Páginas: 150
Tipo de Tapa: Rústica
ISBN: 987-22059-2-2


Valor: $140

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PERFILES CRIMINALES


La moderna investigación, cuenta con metodologías eficientes para el examen del lugar del hecho e interpretar los resultados de la actividad médico legal y forense. Conforme con los hallazgos, se dan los primeros pasos para la elaboración del retrato o perfil criminal del homicida. Es en esta tarea donde la psiquiatría, la medicina legal y la criminalìstica se enlazan con un único objetivo: saber quién fue y procurar su aprehensión.








Autores: Raúl Osvaldo TORRE / Daniel Hector SILVA 
Páginas: 550
Tipo de Tapa: Rústica           
ISBN: 978-987-1573-08-0

Valor: $ 350,00



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lunes, 4 de junio de 2012

PERPETUA AL “DESCUARTIZADOR DE TRELEW” POR OTRO CRIMEN



Hasta el 13 de agosto de 2011, Daniel Eugenio Ruiz (47) era una persona que parecía haber superado sus antecedentes macabros, esos mismos que lo habían llevado a pasar 10 años de su vida en prisión. Pero esa noche, el ser siniestro que había descuartizado a una ex novia resucitó. Una discusión, una botella de aguarrás y un encendedor fueron suficientes para prender fuego a su esposa, delante de su hijo de 9 años. Por este último caso, pasará el resto de sus días a la sombra.

Aquella madrugada de agosto, Ruiz discutió con su esposa Yanina Treuquil (27). En un ataque de locura le bañó con aguarrás y la prendió fuego. Fue el mismo quien apagó el fuego que quemaba a la joven lanzándole agua. La arrastró hasta la cama y la obligó a quedarse acostada a su lado durante las siguientes dos horas, mientras la piel de la joven caía a pedazos. Luego, salió y un vecino lo ayudó a trasladarla al hospital.

Ruiz fue detenido inmediatamente le dijo a la policía que tras discutir con Yanina salió a la puerta de la casa del barrio Tiro Federal y cuando volvió a ingresar ella estaba en llamas. Pero nadie le creyó. El vecino que lo asistió declaro que en el camino Ruiz intentó abrazarla y ella susurró con los dientes apretados de dolor: “No me toques”.

Con el 90 por ciento de su cuerpo quemado, la joven agonizó durante 80 días. Luego, su vida se apagó. Fue clave para el tribunal de Trelew  (integrado por los magistrados Alejandro De Franco, Ivana González y Darío Arguiano) la declaración de un testigo presencial: el hijo de la víctima, quien vio como las llamas envolvían a su madre. Ruiz no concurrió a escuchar la sentencia del. Los jueces creyeron en el testimonio que del chico, porque lo que testimonió durante 20 minutos ante una cámara Gesell fue preciso y seguro. “Que se pudra en la cárcel”, gritó la madre dela víctima al escuchar la lectura del fallo, Olga Obreque. Luego, rompió en llanto.

Por más que la Justicia cayó sobre el asesino con la pena máxima, de la memoria del niño nadie podrá borrar el terrible momento vivido,  ni el olor de la piel y el pelo quemado que inundó la habitación aquella madrugada. Y mucho menos el odio hacia ese macabro hombre que le quitó lo más preciado que tenía, su madre.

 Pero Ruiz ya carcagaba con un antecedente por el que era conocido con un macabro apodo: “El descuartizador de Trelew”. En 1990, también tras una discusión, el condenado había matado a quien entonces era su novia, Silvia Vargas (19). Luego, la descuartizó y distribuyó las extremidades por los baldíos de la ciudad. En aquel entonces, el hecho conmocionó a Trelew y Ruiz fue condenado a 15 años de prisión. Pero salió por “buena conducta” cuando cumplió los 10 años en la carcel.

El descuartizados pasará mucho tiempo en la sombras. Pero, después de haber descuartizado a una ex novia, la pregunta es: ¿las pericias que permiten que los femicidas psicópatas salgan en libertad son hechas con la rigurosidad con la que deberían hacerlas o son un mero trámite que nadie controla? La respuesta deberá analizarla la Justicia.


viernes, 1 de junio de 2012

POGO, EL PAYASO ASESINO



Nadie en el barrio podría haber imaginado que el hombre bondadoso que se vestía de payaso para entretener a los niños enfermos era el responsable de 33 asesinatos. El olor que salía de su casa llamaba la atención, pero John Wayne Gacy –quién se hacía llamar “Pogo, el payaso”– aseguraba que tenía un problema en las cañerías. La realidad era otra, el olor provenía de los cadáveres putrefactos que ocultaba en el sótano.

Detrás de la macabra historia de uno de los mayores asesinos seriales de Estados Unidos hay una niñez sufrida y cruel. Su padre, alcohólico y golpeador, solía azotarlo por no ser como el deseaba. Su deseo homosexual reprimido se descubrió cuando la policía allanó la casa de Gacy y descubrió que el bondadoso payaso, amado y respetado por todos en la ciudad, no era otra cosa que un asesino de niños y jóvenes.

Gacy fue condenado a la pena de muerte y, el 10 de mayo de 1994, recibió la inyección letal. Sus últimas palabras quedarán en la memoria del guardia que las recibió. Lo miró fijo, con frialdad, y disparó: “Bésame el culo”. Allí, dejó de respirar, aunque en la memoria de los americanos quedará grabada la imagen de “Pogo, el payaso asesino”.

A continuación, un documental sobre la vida de uno de los mayores asesinos seriales de la historia norteamericana:




martes, 29 de mayo de 2012

ASESINOS EN SERIE



Para el FBI, un asesino en serie es una persona que asesina a tres o más personas en un lapso prolongado de tiempo, dejando un periodo de enfriamiento entre cada crimen, y cuya motivación se basa en la gratificación psicológica que le proporciona dicho acto.

Los asesinos en serie están específicamente motivados por una multiplicidad de impulsos psicológicos, sobre todo por ansias de poder y compulsión sexual. Los crímenes suelen mantener un patrón y las víctimas elegidas, generalmente, comparten alguna característica determinada.

Entre 1975 y 1995, en promedio, el 50 por ciento de los asesinatos de Estados Unidos fueron en serie. A pesar de eso, tres de los peores asesinos seriales de la historia no eran norteamericanos. El Monstruo de Los Andes, colombiano Pedro Alonzo López, asesinó a más de 300 mujeres en Colombia, Ecuador y Perú; el doctor Harold Shipman, más conocido como Doctor Muerte, era un inglés que mató de 200 pacientes en 20 años, inyectándoles morfina, para luego falsificar sus certificados de defunción.

Pero el peor asesino serial de la historia fue una mujer. Sus asesinatos se conocieron en el siglo XVI. Se trató la aristócrata húngara Erzsebet Bathory, conocida como La Condesa Vampiro. Fue acusada sol o por 80 crímenes, pero se calcula que asesino a más de 600 jóvenes campesinas. Las atrapaba, les mordía la carne y las torturaba hasta morir. Luego, se bañaba con la sangre de las doncellas masacradas. Murió en 1614, después de haber pasado 3 años de prisión.

Les dejo un muy buen documental emitido por Discovery Channel:





lunes, 28 de mayo de 2012

EL CANÍBAL DE MILWAUKEE



La historia de Jeffrey Dahmer es una de las más impactantes sobre asesinos seriales. No por nada es que se lo conoce como El caníbal de Milwaukee. Su vida, y la de sus conocidos y familiares, cambió cuando los investigadores descubrieron que ese hombre introvertido, amable y completamente tranquilo guardaba en su departamento los cuerpos despedazados de sus víctimas, menos los pedazos que se había comido.

Del matrimonio conformado por Lionel Dahmer y Joyce Flint nació el 21 de mayo de 1960 Jeffrey, el mayor de dos hermanos, en Milwaukee, en Wisconsin, Estados Unidos. De pequeño sintió curiosidad por indagar en cómo era un cuerpo por dentro, hasta que un día seccionó un pez y quedó admirado por su interior.

Su primer crimen lo cometió a los 18 años. Mientras circulaba se encontró a Steven Hicks y lo llevó a su casa. Allí decidió que le gustaba, pero Hicks intentó irse. Con la barra de una pesa lo golpeó en la cabeza y el joven secuestrado murió. Luego lo desmembró y lo puso en bolsas de plástico y las metió en su coche con intención de tirarlas. A medio camino lo detuvo la policía y le preguntaron por las bolsas. Dahmer contestó que era basura y le creyeron. Así, logró escapar.



Se detuvo por un tiempo pero más adelante continuó. Según el criminólogo Robert K. Ressler, Dahmer era una persona normal que al ingresar a su departamento perdía el control de sus actos. Así asesinó asesino a varios hombres. El carnicero se excitaba teniendo el poder absoluto, por ellos los dejaba agonizando. Llegó a agujerar con un taladro el cerebro de sus víctimas para inyectarles ácido.

En el juicio argumentó que experimentaba con el fin de lograr crear un “zombi sexual” con el cual quedarse, pero sus constantes fallidos hicieron que terminara matando a sus amantes y buscando nuevas formas de lograr su cometido.

El 22 de julio de 1991, Tracy Edwards, su última víctima, consiguió escapar esposado. La policía fue al apartamento del hombre que lo había esposado y al revisar la habitación descubrieron fotografías de cadáveres, restos humanos y una cabeza en el congelador; también encontraron las paredes llenas de sangre, cuerpos mutilados, siete cráneos y huesos. Todo de sus víctimas, salvo algunas partes que se había comido. Fue enjuiciado y condenado. Pero durante su segundo años de prisión fue acuchillado por otro interno y murió de camino al hospital.

Lo que más llamó la atención de los investigadores fue que en la población, Dahmer causaba admiración. Tanto que, en el penal, la gente hacía colas para llevarle ropa y comida, una excusa perfecta para conocer en persona a uno de los máximos asesinos seriales de la historia de Estados Unidos.


domingo, 27 de mayo de 2012

EN LA MENTE DEL ASESINO


El reconocido escritor, investigador y experto en conductas criminales, Robert K. Ressler, cedió todos sus archivos y hasta entrevistas filmadas para lograr un documental muy interesante y estremecedor. "En la mente del asesino", es el retrato del hombre que acuñó el término "asesino en serie", el mismo que fue el inventor del "perfil" criminal.

Ressler comenzó a estudiar psicología con el fin de determinar el comportamiento de los asesinos más escurridizos de la historia norteamericana, y las fuerzas que los impulsan a cometer sus crímenes. En su carrera entrevistó a asesinos reconocidos mundialmente, como Ted Bundy, Jeffrey Dahmer, John Wayne Gacy y Charles Manson, entre otros. En el documental incorporó la entrevista que le hizo a Gacy, másconocido como Pogo, el payaso asesino.

En 1970, se unió al FBI como criminólogo. Allí, tuvo un destacado papel en el desarrollo de la Unidad de Ciencias de la Conducta de la fuerza. En sus años de experiencia llegó a la conclusión de que analizando concienzudamente las escenas de los crímenes y los cuerpos de las víctimas, era posible trazar un perfil psicológico que permitiera buscar a sospechosos de los que entonces eran considerados como crimen sin móvil: los asesinatos en serie.

Aquí, el documental:





"ES MI PEOR CUMPLEAÑOS"


La modelo colombiana Angi Sanclemente Valencia, acusada de integrar una red de narcotraficantes internacionales, festejó sus 33 años en el Penal de Ezeiza. Allí, cumple una pena de 6 años y 8 meses de prisión. Insiste en que es inocente y espera recuperar la libertad a fin de año.


Una torta y una gaseosa reposan en la mesa de un comedor en el cual la imagen del cielo se ve interrumpida por los barrotes que aseguran las ventanas del  Penal de Ezeiza. Mientras el país festeja un nuevo aniversario del Día de la Patria, en ese espacio vacío, un cronista y la madre de la modelo colombiana Angi Sanclemente Valencia. La joven se demora más de lo previsto. “Se debe estar maquillando”, explica la agente penitenciara, según relata Adrián Subelza, en su nota publicada en el diario Crónica.

Era verdad, la joven llegó producida como cuando modelaba y se estrechó en un interminable abrazo con su progenitora. No debe ser nada fácil cumplir 33 años dentro de un centro de detención, luego de haber pasado muchos festejos en grandes eventos, rodeada de champaña y personas de un enorme poder adquisitivo. Aquí, dentro del penal, todos son iguales.

“Es la segunda vez que paso mi cumple aquí. Es el peor. Lo vivo con mucha melancolía. Yo estoy condenada, pero reitero mi inocencia. No soy líder de ninguna banda de narcotraficantes, ni recluté chicas para nada, ni soy el enlace de nada, como dijeron muchos. Sólo hice una llamada por amor y eso me condenó”, le afirmó la actriz a Subelza.

Desde noviembre de 2011, la modelo colombiana cumple una condena de 6 años y 8 meses de prisión por ser considerada por la justicia como el enlace local con grupos internacionales de narcotraficantes. Para los magistrados, Sanclemente Valencia era la encargada de reclutar a modelos, con el fin de facilitar el tráfico de estupefacientes, principalmente España. Ella sufrió la misma condena que su novio Nicolás Gualco y el tío de este, quien, curiosamente, quedó en libertad a los pocos meses.

La joven que habría estado casada con uno de los mayores narcotraficantes mexicanos conocido como “El Monstruo”, fue detenida el día 26 de mayo de 2010 en un hostal ubicado en la calle Paraguay 3357, del barrio porteño de Palermo, donde se hacía pasar por estudiante extrangera. Para escapar de la Justicia, se había teñido el pelo de rubio y había engordado algunos kilos. Hoy, desde su mirada, hasta sus pensamientos, se la puede ver mucho más reflexiva: “Estar presa me sirvió para valorar muchas cosas que quizás antes no valoraba. Lo más importante en esta vida es la familia y la libertad para disfrutar de ella”.

Sus esperanzas están puestas en que el juez en lo Penal y Económico Rafael Caputo, quien subroga a Marcelo Aguinsky, le otorgue la condicional. “No pierdo las esperanzas que todo comience a salir bien. Espero con ansias la apelación y estar en libertad para fin de año. Ya tengo interesantes propuestas laborales en Argentina y en el exterior. Tengo fe en Dios y creo en la justicia divina”, sentenció.


UN AMOR HECHO PEDAZOS


La historia del patovica que descuartizó a su bella novia porque creía que lo engañaba con un policía. Un crimen macabro que conmocionó en 2003 al barrio porteño de Balvanera. ¿La obra de un psicópata o de un desesperado?


La mañana del jueves 18 de septiembre de 2003, mientras el sol comenzaba a hacer notar la inminente llegada de la primavera y los diarios daban la noticia de la recuperación económica del país, en el barrio porteño de Balvanera, a metros del Shopping Abasto, un joven uruguayo era interceptado por dos policías en la puerta del edificio en el que vivía con su novia cuando se disponía a salir con tres enormes bolsas negras. Lo que los uniformados jamás imaginaron era que ese muchacho que se mostraba tranquilo había cometido un macabro asesinato. Adentro, los esperaba lo más parecido a una escena digna de la obra siniestra de Jack el Destripador.

El día anterior, el patovica y fisicoculturista charrúa Jorge Luis Camejo Izquierdo, de 31 años, despidió a su novia, Vanesa Navia, de 24, quien fue hacia su trabajo. La bella profesora de educación física e instrumentista quirúrgica del Hospital de Clínicas pasó el día entre pacientes y médicos. Al caer el sol regresó a su hogar, sin imaginar (nadie puede imaginar que en pocos minutos va a morir trágicamente) que ése sería su último día con vida.

Vanesa entró en el edificio, situado en Ecuador 768, en donde convivía con su pareja hacía tres años. Subió por el ascensor y al llegar al séptimo piso caminó lentamente hasta el departamento 22. Sacó la llave, abrió la puerta y entró para nunca más salir. Luego de darse una ducha, Vanesa, envuelta en su bata de baño, comenzó a discutir con su novio.

Los vecinos estaban acostumbrados a soportar los gritos y reproches de la pareja, que crecían día a día. Más de una vez tuvieron que intervenir los policías de la comisaría 27ª tras los llamados de reclamo. “El muchacho (Camejo) era muy celoso. Las peleas en la pareja se habían incrementado porque la chica mantenía una relación en secreto con un cabo de la Policía Federal que hacía horas extras en el nosocomio en el que ella trabajaba”, según consta en la causa judicial.

Esa noche, nadie escuchó nada. Unos minutos de reproches alcanzaron para iniciar la pelea. El patovica tapó los gritos de la joven presionándole la boca con su mano izquierda, mientras que con la otra intentaba detener los golpes que ella lanzaba para sacárselo de encima. En su afán, él tiró con fuerza del cordón de la bata de baño de Vanesa. Ella luchó, pero el oxígeno dejó de llegar a sus pulmones y se desvaneció. Por algunos segundos, el silencio se apoderó de la habitación. Luego, llegó el desahogo. “¡Mirá lo que me hiciste hacer!”, le reprochó, entre lágrimas, el asesino a la víctima. “Intenté reanimarla pero no pude. No podía parar de llorar”, declaró Camejo ante la jueza Alicia Iermini. Minutos habían pasado de las 20 cuando Vanesa encontró la muerte. Hasta entonces, su cuerpo era una sola pieza. Poco tiempo pasó para que el asesino recuperara la calma. Tomó el cuerpo sin vida de su novia, lo arrastró hasta la bañera y le quitó la bata. Luego  limpió y ordenó metódicamente toda la pieza. Como si no hubiese pasado nada.

En un departamento de Villa del Parque, comenzó a sonar al teléfono. Lucas Coria (29), amigo de Camejo, atendió. Del otro lado de la línea se escuchó la voz de su amigo. “Necesito que vengas, se me fue la mano con Vanesa”, le contó el asesino con la voz entrecortada. Coria intentó calmarlo. Le preguntó qué había pasado, pero no tuvo respuesta. Cortó y fue de inmediato hacia la casa del uruguayo.

Eran las 23.30 cuando Coria llegó al departamento. Camejo lo recibió nervioso e inquieto. “¿Qué pasó?”, preguntó. Sin mediar palabras, el matador lo llevó hasta el baño. “Me descompuse, no podía creer lo que mis ojos estaban viendo”, declaró Coria. En la bañera yacía Vanesa, desnuda y seccionada en tres partes. La sangre inundaba de muerte las cañerías del edificio del barrio de Balvanera. Afuera, el mundo seguía su curso.

Luego de meter el cuerpo en la bañera, Camejo tomó una tijera y un bisturí del maletín de trabajo de Vanesa y trozó a su víctima en tres: caderas, torso y cabeza. Y la dejó en la bañera para que se desangrara por completo. Le ordenó a Coria que lo esperara y se fue a la farmacia a comprar amoníaco y bolsas de consorcio. Coria aprovechó para escapar del lugar.

El amigo del asesino llegó a la casa de sus padres y les contó todo. Casi sin mediar palabras, fueron a la comisaría 27ª a hacer la denuncia. La jueza envió a una comisión policial para que detuviera al homicida. Mientras tanto, en su departamento, el destripador charrúa iniciaba su obra macabra.

Con la precisión de un experto matarife, seccionó el cuerpo en 12 partes. Separó cada extremidad por la unión, cortando los cartílagos para poder separarlas y sin quebrar un solo hueso. Luego lavó cada parte para quitar todo rastro de sangre y las envolvió en pedazos de sábanas empapadas en amoníaco para tapar el mal olor. Así guardó en bolsas de consorcio el rompecabezas en el que había convertido a su novia: pensaba tirarlas al río.

“La perfección de los cortes y la limpieza de la habitación demuestran que el asesino trabajó toda la noche con mucha paciencia”, dictaminaron los peritos.

El reloj marcaba poco más de las 7, del jueves 18, cuando Camejo emprendió la salida del edificio. Con él, llevaba las bolsas en las que transportaba los pedazos del cuerpo de Vanesa. En la puerta fue interceptado por los dos policías que había enviado la jueza. Con la excusa de buscar su documento, el asesino subió, dejó las bolsas y volvió a bajar. Los policías, dudosos de la actitud del patovica, decidieron retenerlo hasta que llegó la orden de allanamiento. En el departamento, todo estaba ordenado y limpio, como si nadie hubiera pasado la noche allí. Los uniformados fijaron la vista en las bolsas que Camejo había dejado en medio del living y decidieron abrirlas. Una mezcla de sorpresa, asco e indignación se llevaron los policías al descubrir que adentro de las bolsas se encontraban las doce piezas que formaban el cuerpo de Vanesa. Junto a la cabeza, el asesino había puesto el documento y el teléfono celular de la víctima.

El muchacho musculoso fue detenido y trasladado a la unidad 20 del Hospital Borda, donde permaneció hasta que fue condenado a 11 años de prisión por homicidio simple. La pena fue menos grave que la esperada porque, para la Justicia argentina, el descuartizamiento no es agravante porque se comete cuando la víctima está sin vida.

El fallo fue apelado pero en diciembre de 2008 se ratificó en última instancia. El joven, conocido como “el descuartizador de Balvanera”, pasa sus días en el penal de Ezeiza a la espera de cumplir su condena para volver a las calles en un par de años. Mientras tanto, el departamento 22 del séptimo piso del edificio de Ecuador al 700 guardará el trágico recuerdo de aquella noche en la que un patovica se convirtió en la versión criolla de Jack el Destripador.


POGO, EL PAYASO ASESINO


John Wayne Gacy parecía un gordito ejemplar. Vecino bondadoso, padre comprensivo, marido fiel y compañero solidario que hacía reír a los niños enfermos. Pero todo era una farsa: en el fondo, era un asesino serial incurable.
  

“Un hombre trabajador”, “una persona intachable”, “un excelente compañero” son algunas frases con las que sus amigos describían a John Wayne Gacy. Las mismas palabras con las que cualquiera de nosotros describe a un vecino ejemplar. Su bondad lo llevó a ser elegido “el hombre del año” de Chicago. Un hombre solidario, tanto que los fines de semana se disfrazaba de payaso para llevarles alegría a los chicos internados en el hospital local. Pero nadie imaginó que ese individuo obeso y simpático escondía detrás del maquillaje a un ser macabro que pasó a ser reconocido mundialmente como Pogo, el Payaso Asesino.

Gacy nació en Chicago en 1942 y creció en el seno de una familia irlandesa. Su padre era alcohólico e irritable y acostumbraba a agredir verbalmente a su esposa e hijos, al punto de que una tarde, al volver de un día de pesca, azotó al niño tras acusarlo de ser el responsable de no haber conseguido pescar nada.

De niño repartía diarios luego de cada jornada escolar. A los 11 años, mientras jugaba con unos palos, sufrió un golpe en la cabeza que le causó un coágulo que no fue descubierto hasta que cumplió los 16 y que durante esos años le produjo desmayos. Su afán era agradarle a su padre, pero nunca lo logró. Poco después comenzó a sufrir ataques cardíacos y dolores en la espalda, científicamente inexplicables, que lo acompañarían el resto de su vida.

En 1964 conoció a Marlyn Myers, hija del dueño de franquicias de Kentucky Fried Chicken. Del fruto de ese matrimonio nacieron dos hijos y Gacy devino en un próspero hombre de negocios. Vivía abocado al trabajo y los servicios comunitarios. Los traumas de su infancia parecían superados hasta que una denuncia de abuso lo puso en jaque.

Cuatro años después de su casamiento, el joven Mark Miller lo acusó de haberlo violado. La denuncia se agravó cuando el mismo joven, cuatro meses después, lo acusó de haberlo mandado a golpear. El agresor fue detenido y declaró que Gacy lo contrató para “darle una paliza a Miller”. El tribunal de Ohio lo declaró culpable por cargos de sodomía y lo condenó a 10 años de prisión. La sentencia potenció los rumores de homosexualidad de Gacy y desembocó en la separación de la pareja. Extrañamente, al año y medio fue indultado por buen comportamiento. Para el juez, John se había transformado en otra persona. Lo que no imaginó es que ese nuevo hombre era mucho peor.

Una vez en libertad y gracias a la ayuda de sus hermanas, John compró una casa en los suburbios de Chicago. Se casó con Carole Hoff, una mujer divorciada y con dos hijos chicos. La nueva esposa conocía el pasado de Gacy y confiaba en su recuperación. El gordo volvió a los negocios y logró popularidad entre sus vecinos gracias a las fiestas temáticas que hacía (de vaqueros y hawaianas). Fue vocal del partido demócrata local, donde se fotografió con la mujer que se convertiría en la primera dama estadounidense, Rosalynn Smith Carter, quien le dedicó la foto de puño y letra: “Para John Gacy los mejores deseos”. Los fines de semana, maquillado y vestido de payaso, recorría los hospitales y hacía reír a los niños enfermos. Se hacía llama Pogo.

De a poco, el carácter de Gacy comenzó a mutar. Las discusiones en el hogar se incrementaron y ya no deseaba a su mujer. Ella se preocupó cuando descubrió revistas pornográficas gay. Gacy le confesó que prefería a los hombres y que por eso se rodeaba de jovencitos. Se separaron.

Poco después, la madre de Robert Piest (15) denunció la desaparición de su hijo. El caso cayó en manos del teniente Kozenczak del Departamento de Policía de Des Plaines. Entre las cosas de la víctima, el agente encontró un papel con el teléfono de Gacy y lo llamó. El sospechoso se presentó en la comisaría al día siguiente. Para entonces, el teniente tenía los antecedentes del payaso del pueblo, sentenciado e indultado por abusar de un menor. Gacy negó cualquier relación con Piest, pero la policía quiso allanar su casa. Los vecinos no aguantaban el fuerte hedor que había en el jardín de Gacy. Al llegar a la casa, los oficiales siguieron el olor hasta el sótano. Allí encontraron tres cuerpos y un arsenal de herramientas de tortura.

El amado payaso de los niños enfermos fue arrestado y a los pocos días confesó 33 crímenes y entregó un plano en el que indicaba en qué parte del jardín de su casa estaban enterrados los cadáveres. Sus víctimas eran hombres y niños de entre 7 y 26 años.

Una de las pocas víctimas que pudo atestiguar en contra del asesino serial fue Jeffrey Rignall. La madrugada del 22 de mayo de 1978, Gacy recorría las calles y a lo lejos vio a un joven. El frío del invierno azotaba. John detuvo el auto e invitó a Rignall a llevarlo. El muchacho aceptó y subió al auto sin imaginar lo que le esperaba. Gacy se abalanzó sobre la víctima y le cubrió las fosas nasales con un pañuelo impregnado en cloroformo. Rignall quedó inconsciente y al despertar se encontró desnudo, atado a la pared de un sótano y con el secuestrador parado frente suyo, sin ropas y exhibiendo una mesa llena de aparatos sexuales y de tortura.

Gacy se pasó toda la noche mostrándole a Rignall, en sus propias carnes, el dolor que podían producir sus herramientas, el mismo método que había utilizado con todas sus víctimas. A la mañana  siguiente, el joven torturado despertó bajo una estatua del Lincoln Park de Chicago, vestido, lleno de heridas y con el hígado dañado por el cloroformo. Traumatizado, pero vivo. Rignall tuvo la suerte de ser una de las pocas víctimas que escaparon a la muerte. Cometió un asesinato cada dos meses. A algunas de sus víctimas las metía en la bañera, les tapaba la cabeza con una bolsa y las revivía para seguir torturándolas.

El macabro caso de Gacy inspiró películas como It (basada en la novela de Stephen King) y Gacy, el payaso asesino.

Durante el juicio, Gacy aseguró que existían cuatro John: el contratista, el payaso, el vecino y el asesino, y respondía con las palabras de uno y de otro. Pero su alegato de insanidad no funcionó. John confesó que antes de enterrarlos guardaba los cadáveres debajo de su cama o en el ático. Fue condenado a la pena de muerte.

En la cárcel dedicó su tiempo a pintar, principalmente imágenes de payasos, y sus obras han llegado a venderse hasta 300 mil dólares. Uno de los compradores fue el cineasta John Waters, que colgó la pintura en la habitación de huéspedes de su casa, para que “las visitas no se queden demasiado tiempo”.

El 10 de mayo de 1994, el impredecible John Wayne Gacy recibió la inyección letal. Sus últimas palabras fueron a uno de los guardias que lo acompañaba. Lo miró fijo, con frialdad, y disparó: “Bésame el culo”.


VERDUGOS QUE MATAN POR PLACER


Hudson y Bernal. El cuádruple crimen de la familia enterrada en su propia casa y el triple homicidio cometido por un policía retirado. La venganza como móvil de los asesinatos a sangre fría. Cómo actúa la mente de los psicópatas desalmados.


El fin de semana largo, mientras millones de argentinos disfrutaban de un merecido descanso, dos noticias provenientes de la zona sur del conurbano bonaerense inundaban de sangre y muerte lo que se creía iba a ser un lunes tranquilo. Quilmes y Berazategui ganaban la tapa de los diarios y los alertas informativos de los noticieros. La información que daban a conocer eran dos asesinatos múltiples que sumaban un saldo de siete víctimas, entre las cuales había una niña de apenas tres años.

En ambos casos hay un disparador común, que los psiquiatras forenses denominan como actos psicóticos. Aunque son claros en remarcar que, entre el cuádruple crimen de Hudson y el triple de Quilmes existen marcadas diferencias de personalidades entre quienes cometieron el hecho y entre sus entornos, más allá de tratarse de dos asesinatos de varias personas. “La diferencia más marcada está en el accionar de cada uno de quienes cometieron el delito”, aseguró a EG el psiquiatra Hugo Marietan.

Cuádruple asesinato

La madrugada del lunes 30 de abril, un grupo de vecinos del barrio Kennedy Sur de Hudson, partido de Berazategui, junto a familiares de los desaparecidos, alentados por la propia policía, comenzaron a excavar en el fondo de una precaria casa. Sábanas y colchones ensangrentados fueron lo primero que encontraron. Luego apareció un pie, el de la desaparecida Lorena Sosa (21 años). Pero ahí no terminaba la búsqueda, ya que en la misma fosa se encontraba el cuerpo del padre de Lorena, Pablo Sosa (65), el del hermanastro Javier Lucce (25), y el de la hija de la joven, Jazmín (3), quienes habrían sido asesinadas el miércoles 25 mientras dormían.

Cuando entró, el familiar que realizó la denuncia descubrió manchas de sangre en las paredes y las sábanas. La Policía Científica secuestró un pico y una maza que habrían sido utilizadas para cometer los asesinatos. Estos detalles son los que delatan el morbo de la mente de quien cometió el delito. “Por las características con las que se cometieron los asesinatos, el asesino deja ver la premeditación con la que actuó. Y en las manchas de sangre en toda la casa, el gozo, el regocijo que sintió el psicópata al cometer los asesinatos”, explica Marietan.

Otra de las particularidades que enmarcan a este hecho es el entorno. “Sin acusar a la víctima, hay que tener en cuenta la psicopatía de Lorena”, explica el psiquiatra y agrega que en el ámbito profesional cuando alguien que estaba en pareja con una persona peligrosa, lo deja por otra de las mismas características, y la lleva a su casa conociendo los riesgos que esto implica, es considerada una persona “complementaria de alto riesgo”. Igualmente, la patología en la que se puede enmarcar a la víctima no justifica el accionar de Diego Arbellano Perotti, el principal sospechoso que al cierre de esta edición seguía prófugo.

En este caso no se puede dejar de lado las fallas en la Justicia. El hombre acusado de cometer el cuádruple crimen se movía con total libertad e impunidad, cuando en realidad debía haber estar preso porque hace tres semanas se fugó de la cárcel. Perotti tenía una condena de ocho años por “robo y abuso de armas”, le habían otorgado el régimen de salidas transitorias, que violó. Volvió a la cárcel y al poco tiempo volvieron a otorgarle las salidas transitorias, las que violó por segunda vez.

Perotti se movilizaba con el documento de identidad de su amigo, el único detenido por los crímenes, Leonel Soria. Marietan insiste en que “para Perotti, quien era su mujer se convirtió en un obstáculo y, para un psicópata de tu talla, la única solución era asesinarlos a todos”.

Triple asesinato

Cerca de las 11 de la mañana del lunes, el ex policía Juan Guillermo Moreno (44) llegó a la casa ubicada en Belgrano 783, en Bernal (Quilmes). Allí se encontraba el prestamista Guillermo Mouzo (46), junto a dos amigos: Sergio Farinola (40) y Gabriel Vilar (35). Moreno y el prestamista se encerraron en una habitación a renegociar una deuda de entre 80 y 100 mil pesos, que el ex policía tenía con él. Luego de una ardua discusión, Moreno gatilló su Glock calibre 45 en la cabeza de Mouzo. Cuando se iba, se encontró con la esposa del prestamista que volvía del mercado y, con una frialdad inexplicable, se ofreció a ayudarla a cargarlas. En ese momento, los amigos de Moreno bajaban de la planta superior armados. Moreno desenfundó la pistola y los mató a ambos. Escapó en su auto y luego en una persecución y un tiroteo, fue detenido por efectivos de la Policía Federal.

Si bien en ambos casos existió una premeditación, lo que diferencia el accionar de Moreno del asesino de Hudson es la esperanza de que el prestamista cediera. Pero eso no sucedió. Mientras el asesino del cuádruple crimen actuó con frialdad y decisión, el ex policía no parecería haber tenido la idea de matar. “Si Moreno hubiera tenido la frialdad y la decisión de matar que sí tuvo el asesino de Hudson, no se hubiera expuesto yendo a la casa en plena mañana, como lo hizo”, explica Marietan. Y concluye: “El accionar de Moreno no es el de un típico psicópata, porque el psicópata es una persona hábil y él no lo fue”.



La matanza de Campana


El 2 de agosto de 2008, a la altura del kilómetro 66 de la Panamericana, hallaron los cuerpos de Marcelo Mansilla, su esposa Sandra Rabago y sus pequeños hijos Agustín y Milagros, de 12 y 8 años. El cuádruple crimen fue cometido por Ángel Fernández, un violento presidiario de grueso prontuario que violaba  a su antojo el arresto domiciliario. Tenía pulsera electrónica del Servicio Penitenciario pero, por falta de controles, violaba la detención a su antojo. Tiempo después, el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 2 de Zárate-Campana condenó a Fernández, a su hijo Cristian David Fernández, a Stella Maris Cáceres y Daniel Darío Vera  por el brutal asesinato de la familia.  El fallo estableció que los tres hombres fueron responsables de cuatro “homicidios calificados, por el concurso premeditado de dos o más personas con alevosía, todos en concurso real con privación ilegal de la libertad y robo agravado por su comisión en lugar poblado y en banda”. El móvil de los homicidios fue la venganza. Porque, al parecer, una vez la víctima había delatado al asesino.

EL ROBO DE LAS JOYAS DE LA ABUELA


Mirtha Legrand acusa a su empleada doméstica. Se luce en La dueña, es la nueva estrella de Telefe y Tinelli quiere competir con ella. Pero la ex reina de los almuerzos está preocupada. Desconfía de su entorno por la desaparición de sus alhajas, valuadas en tres millones de pesos.


Los 30 puntos de rating logrados por el unitario de Telefe La dueña en el debut es la mejor noticia que pudo recibir Mirtha Legrand en los últimos días. Hay otra noticia que en lugar de alegrarla, la desvela: la causa judicial que investiga el robo que sufrió la madrugada del 5 de diciembre de 2010 en su piso de Avenida del Libertador al 2800 tomó un vuelco inesperado. La diva cree que ese asalto fue organizado por su mucama. Y la Justicia sospecha que alguien de su entorno la traicionó.

EG tuvo acceso a la investigación judicial del robo, que pasó de la carátula de “NN, sobre robo con armas” a “Orlando Jiménez”, en la cual no sólo aparecen como sospechosos la mucama, Lina Rosa Díaz (más conocida como Rosita), su actual pareja Jorge Petrak y su hijo Jiménez, sino que además se incorpora la posibilidad de la participación en el ilícito de “algún integrante del círculo íntimo” de Mirtha.

Una semana antes del estreno de La dueña estalló el escándalo. Por medio de una carta documento fechada el 11 de abril, Lina Rosa Díaz intimó a Mirtha para que regularizara su estado laboral. En ella reclamó 800 mil pesos por los más de 20 años en los que supuestamente la diva la habría hecho trabajar en negro. Casualmente, el día anterior a la intimación, el abogado laboral de la empleada doméstica, Hugo Icazati, había tenido acceso a la causa en la que se investiga el robo de las joyas, en la cual Lina y su familia están en la mira de la fiscal Elsa Areu Franco.

El proceso judicial consta de cinco cuerpos en los cuales hay desde escuchas telefónicas y documentación secuestrada el día que allanaron la casa en la que vive Lina en Florencio Varela hasta la declaración original de la denunciante, en la que asegura haber trabajado para el programa. “Hace 20 años que trabajo en el programa de televisión con la señora Mirtha Legrand y cuatro que voy a la casa (…)”, declaró ante la Justicia el 27 de diciembre de 2010. Pero lo que llamó la atención a la fiscal fue cuando aseguró que “la señora Mirtha ‘es una señora’ de verdad, con todas las letras, ‘peca de ilusa’ (…)”.

Días antes de que Lina intime a Mirtha, la Justicia allanó la casa de la mucama, que dice ganar cuatro mil pesos mensuales. Allí encontraron estuches de joyas y hasta documentación, entre los que había recibos de pagos mensuales por 3.700 pesos de un auto cero kilómetro y de un giro de 10 mil dólares a nombre de Orlando Aníbal Jiménez. Lina negó conocer al titular de esos documentos, pero la Policía Federal descubrió que Jiménez es uno de los dos hijos de su primer matrimonio.

El hombre que cambió la carátula de la investigación vive en Buenos Aires y viaja seguido a Paraguay y, a pesar de la negación inicial de la mucama, de las escuchas telefónicas se desprende una relación fluida entre Lina, Jorge Petrak y Orlando Jiménez. Por tal motivo, la fiscal ya realizó dos pedidos de indagatoria, pero hasta ahora el juez subrogante Rodolfo Cresseri no les dio a lugar. “Tanto Jorge Petrak como Orlando Jiménez tuvieron alguna participación (en el robo) o podrían estar encubriendo un hecho ilícito, ya que es un indicio la conversación donde Jiménez pone en conocimiento a Petrak de un hecho donde un tercero se hizo de tres millones de pesos, al poco tiempo del hecho (robo de las joyas)”, justifica la fiscal en el último pedido de indagatoria, el 14 de noviembre de 2011. El llamado al que se refiere fue realizado entre Jiménez y Petrak, y este último utilizó el celular de Lina.

La Justicia no sólo reveló la relación entre Lina y Jiménez. También descubrió 32 chips de celulares que él utiliza para comunicarse y facturas por un servicio de una empresa de rastreo satelital de vehículos a nombre de Jiménez, cuando éste no tenía ningún auto a su nombre.

El robo

Elba y Elvira fueron durante muchos años los ángeles de la guarda de la Chiqui. Cuando Elba enfermó, Elvira cuidaba a ambas mujeres hasta que por pedido de ella misma Mirtha decidió internar en un geriátrico de alto nivel a Elba: paga cerca de 17 mil pesos mensuales. Fue con la partida de Elba que Lina llegó a la casa de la diva, a pedido de la producción del programa Almorzando con Mirtha Legrand. Según sus propias declaraciones, Lina comenzó a ir los jueves y los domingos a la casa de Mirtha, los días que Elvira tomaba sus francos.

La madrugada del 5 de diciembre de 2010, tres hombres armados, encapuchados y con linternas redujeron al custodio del edificio, Francisco Vega, y entraron al cuarto piso del edificio, al departamento de Mirtha. A oscuras, ingresaron en el dormitorio principal de la diva y  fueron directamente al placar donde estaba la caja fuerte. Del lugar se llevaron anteojos de sol, polveras y pañuelos con las iniciales ML y la caja fuerte de un metro de alto, igual profundidad y 70 cm de ancho, en la que estaban las joyas, 20 mil dólares y 500 mil pesos, aproximadamente.

Si bien Mirtha de había desentendido de la investigación, la Justicia siguió su curso y en la actualidad tiene a la mucama que denunció a la diva como una de los sospechosos de, al menos, haber participado del robo. Fue una de las históricas mucamas, Elvira, la que complicó a Lina. “Lina sí posee llaves (…)”, declaró ante la Justicia (fojas 123/127). La fiscal entiende que “el robo, no fue ‘al azar’, ya que las personas que ingresaron al departamento tenían conocimiento de la caja de seguridad. Ingresaron con la llave que le fue facilitada por algún integrante del círculo íntimo de Martínez Suárez (Mirtha Legrand).”

El abogado de la diva, Mauricio D’alessandro, consiguió una medida cautelar en la que se le exige a Lina no mencionar a Mirtha en las notas. Lo aprobó por el juzgado Nacional en lo Civil Nº 94, y firmada por la jueza Cecilia Yolanda Federico. Lina no quiso hablar con EG. Tampoco volvió a hablar de “La dueña”.




Llamados misteriosos

Los llamados misteriosos suelen ser un clásico de las películas de suspenso, aunque algunas veces suelen darse en la vida real. A los pocos días del robo de las millonarias joyas de Mirtha Legrand, la hija de La dueña, Marcela Tinayre, recibió algunos llamados anónimos en los que una voz masculina le indicaba el lugar en el que podían estar las joyas robadas. Así fue que la Justicia fue hasta una joyería en la provincia de Entre Ríos, pero no encontró nada. El llamado que hoy ven con otros ojos los investigadores fue uno que indicaba que las joyas estaban en Flores, en la calle Yerbal al 2000. Cuando la policía llegó al lugar encontró un templo evangélico y se retiraron resignados. En la actualidad, de la investigación se desprende la religión a la que hacen culto Lina Rosa Díaz (la empleada doméstica de Mirtha) y su hijo Orlando Aníbal Jiménez: ambos son evangelistas.




“Una vez le robé a la diva de los almuerzos”


No hay muchos ladrones que se jacten de sus golpes. Suelen ocultar sus robos y casi siempre se presentan como inocentes. No es el caso de Luis Mario Vitette Sellanes (foto), el ladrón uruguayo que se hizo famoso por ser uno de los supuestos miembros de la banda que robó al menos 15 millones de dólares del banco Río de Acassuso el 13 de enero de 2006. Pero antes, en 1998, Vitette cometió otro asalto mediático: le robó joyas y dinero bajo la modalidad de Hombre Araña. “Una vez le robé a la diva de los almuerzos. Sentí mucha adrenalina. De ese robo me hago cargo”, confesó Vitette a EG.

Mirtha sufrió otros robos. Hace unos años le robaron 600 mil pesos de su casa. En ese momento dijo que ponía las manos en el fuego por su entorno. A los investigadores les llamó la atención que los ladrones no hayan forzado la puerta. Sospechaban que un conocido de la conductora y actriz le haya facilitado la entrada. Para los delincuentes, Mirtha es una víctima de siempre. Sin embargo, muchas joyerías siguieron confiando en ella y la eligieron como la cara de varias publicidades.

PALERMO CRIMINAL


Entre el glamour y la muerte. Es el barrio de moda pero también el escenario de apuñalamientos, tiroteos y asesinatos conmocionantes. En el último caso policial, hubo dos víctimas.

Viejo, Nuevo, Soho, Hollywood, Sensible, Freud, Chico y Alto son algunas de las tantas denominaciones con las que se conoce a los sectores del barrio porteño de Palermo, aunque si se tiene en cuenta los crímenes que se cometieron a lo largo de la historia, el nombre que se pensó para la zona cercana a Chacarita sería el ideal para suplantar a todos los demás: Palermo Dead.

Los dos jóvenes que fueron encontrados el lunes 19 en las proximidades de los bosques de Palermo, uno apuñalado y el otro con un balazo, son el reflejo de un barrio en el que conviven el glamour y la muerte. Según fuentes policiales, uno de los muertos era un vendedor ambulante que era conocido en la zona de Palermo, sobre todo en Plaza Italia, por vender copias truchas de películas y videojuegos. Para los investigadores, “podría tratarse de un ajuste de cuentas”.

Los efectivos de la comisaría 51° se acercaron al lugar por un llamado al 911. Al llegar a Figueroa Alcorta e Intendente Guerrico los esperaba una escena dantesca: un cuerpo que se había desangrado. A unos 100 metros de distancia, encontraron el segundo cadáver.

Las víctimas fueron encontradas a metros del club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (GEBA), lugar cuya sede de Perón al 1100 se hizo tristemente célebre por la violación y el asesinato de la maestra Fabiana Gandiaga. El 20 de octubre de 2001, la maestra acompañó a su hijo a participar de un torneo de taekwondo que se disputaba en GEBA. Durante la competencia, Fabiana salió del salón a comprar una gaseosa y nunca volvió. Engañada por empleados de limpieza del establecimiento, fue llevada hacia un lugar lejano, violada y brutalmente asesinada a puñaladas. Dos años más tarde, Fernando Antúnez y Carlos Vallejo fueron acusados y condenados a 21 años de prisión.

A pocas cuadras del lugar donde aparecieron los dos jóvenes muertos, el 10 de mayo de 2009, los policías Omar Navarrete y Juan Carlos Rojo fueron acribillados al intentar evitar que un grupo de delincuentes robara un camión de caudales en el que transportaban una importante suma de dinero, producto de la recaudación de la cadena de heladerías Persicco, para la cual trabajaban como custodios.

El 29 de marzo de 2010, cerca de las 15, cuando el tránsito está a pleno, la zona de Córdoba y Pringles se vio rodeada de policías, periodistas y curiosos. Sobre la avenida, dentro de un taxi, yacía el cuerpo del ex policía federal Federico Hausbauer (36 años) y de su custodio Miguel Leiva (25). Ambos transportaban la recaudación del fin de semana de la distribuidora Margaritis hacia la sucursal del banco Santander Río, situado sobre la avenida Corrientes al 5100, cuando fueron interceptados por dos motochorros que los fusilaron sin mediar palabras.

En la actualidad, mientras el mercado inmobiliario busca cómo agrandar el barrio, incluyendo nombres nuevos a zonas arrancadas a otros barrios por la creciente demanda, a la hora de ofrecer una propiedad, dejan de lado el historial criminal y prefieren enfocarse en el glamour que fue tomando. Aunque la historia descubre un Palermo impregnado de muerte. Un Palermo criminal.


LA MATANZA DE TANDÍL

Un grupo de gauchos, seguidores de un curandero que se hacía llamar Tata Dios, protagonizaron una masacre en 1871. Degollaron a 36 vecinos, en su mayor parte extranjeros.
  

La historia que vamos a relatar, aunque usted no lo crea, no fue sacada ni inspirada en ninguna película ni libro de terror: es algo que ocurrió en la ciudad de Tandil, entonces apenas un pueblito de la provincia de Buenos Aires, a fines del siglo XIX. Sus cinco mil pobladores tenían pocos motivos para sentirse orgullosos, apenas podían jactarse de la famosa Piedra Movediza, que se caería 40 años más tarde de la jornada más trágica y sangrienta de la historia del pueblo. Sus habitantes vivieron 24 horas de espanto y terror. Fueron testigos de la mayor matanza xenófoba ocurrida en el sur bonaerense, a la que los lugareñosde la región llamaron “La masacre de Tata Dios”. Después de decir esas palabras se hacían la señal de la cruz y guardaban un respetuoso silencio.

El 31 de diciembre de 1871, los argentinos, más que esperar el nuevo año, rogaban porque terminara de una vez el que había sido completamente adverso. Con el último segundo del 71 llegaba el deseo de la ansiada extinción de la epidemia de fiebre amarilla que había castigado a los porteños. Esta enfermedad había aparecido a comienzos de ese año en Paraguay y se expandió hacia el sur hasta llegar a los barrios capitalinos de San Telmo y Belgrano. En un solo día mató a 980 personas. Buenos Aires se había convertido en un enorme cementerio.

Cuando las agujas marcaron la hora cero del primer día de 1872, hubo suspiros de alivio en todo Buenos Aires. Los tandilenses festejaban la llegada del Año Nuevo, sin imaginar lo que les esperaba. El pueblo enclavado entre las sierras se había convertido en la cuna de un gran número de inmigrantes: alemanes, norteamericanos, galeses, italianos, portugueses, brasileños y franceses habían elegido el pujante caserío para afincarse. Los recién llegados habían generado el enojo de algunos criollos que los acusaban de quitarles la felicidad y el trabajo.Esa madrugada, montado en su caballo zaino, el curandero Gerónimo Solané, conocido como Tata Dios, le prometió a unos 30 seguidores la gloria eterna. Fue entonces cuando quienes se consideraban sus apóstoles se lanzaron al galope hacia el centro de Tandil, al grito de “¡Viva la religión, mueran los gringos y masones!”. El objetivo de Solané era inundar las tierras con la sangre de la mayor cantidad de extranjeros posible, para así recuperar la “felicidad”.

Cerca de las cuatro, un grupo de hombres tomó por asalto el juzgado y robó los sables de los guardias que dormían. Minutos más tarde, se juntaron con el resto e iniciaron su misión. Los cascos de una treintena de caballos resonaron por las calles. El sonido del galope llevaba consigo la marca de la tragedia. Un joven inmigrante italiano, que arrastraba su carro de organillero, fue el primero en sentir el frío filo de un sable en el cuello. Prácticamente lo decapitaron. En el suelo quedó desangrándose la primera de las 36 víctimas del grupo de gauchos.

No hacía mucho tiempo que Solané vivía en Tandil, tras haber cumplido una condena en la ciudad de Azul por ejercicio ilegal de la medicina. Fue el estanciero Ramón Gómez quien lo conchabó para que curara las cefaleas de su esposa. El curandero, un hombre cincuentón, alto, canoso, de barba blanca y larga, y mirada intimidadora, se ganó la confianza del patrón e instaló un “consultorio médico” en el puesto La Rufina de la estancia La Argentina. Desde allí reclutó a un grupo de paisanos que se convirtieron en sus cómplices: los apóstoles de Tata Dios.

Jacinto Pérez fue desde el vamos la mano derecha del curandero. Para sus seguidores, Tata era la reencarnación de Dios y Pérez, la de San Francisco. Juntos se encargaban de las curaciones y los fines de semana –a la tarde– reunían a decenas de seguidores en las afueras de Tandil, en una zona conocida como “los campos de Peñalba”, y allí adoctrinaban a sus súbditos bajo la consigna “eliminar a los extranjeros para salvar a Dios y a la Religión”.

Tras matar al organillero italiano, el malón de gauchos continuó con el sangriento raid. A 20 cuadras de donde hoy está la plaza Martín Rodríguez, que en ese entonces era conocida como Plaza de las Carretas, masacraron a nueve vascos. Más adelante, la banda tomó por asalto el almacén y la casa de otro vasco, Juan Chapar, quien fue asesinado junto a toda su familia, a los empleados y a los pasajeros de origen extranjero que se encontraban en el lugar. Dieciocho muertos fue el saldo de la incursión gaucha. El piso del lugar parecía un lago de sangre en el que yacían los cuerpos de las víctimas, entre ellos el de una niña de cinco años y un bebé de sólo meses, con sus gargantas degolladas. Tras cada crimen, los asesinos se arengaban: “Viva la Patria”, “Viva la religión”, “Mueran los masones” y “Maten, siendo gringos y vascos”.

A las pocas horas, un grupo de policías, apoyado por vecinos, apresó a los asesinos y comenzó un intento de justicia por mano propia. Varios delincuentes murieron –Jacinto Pérez entre ellos– y otros lograron escapar. Sólo fueron apresados 20 y extrañamente la mayoría no se conocía entre sí. Alegaban que actuaban bajo las órdenes del Tata Dios. Fueron encarcelados en la comisaría local, donde Tata Dios ya estaba encerrado, ya que había sido arrestado horas antes en la estancia La Argentina. “Yo no tengo nada que ver”, insistía el curandero ante los policías.

El plan de exterminio que no llegó a completarse era mucho más amplio. Planeaban asesinar a inmigrantes en Azul, Tapalqué, Rauch, Bolívar, Zárate y otras localidades donde existían grupos de paisanos ligados al movimiento creado por Tata Dios, cuyas prédicas contra los extranjeros y masones –a los que calificaba como enemigos de Dios– habían calado muy hondo.

Las declaraciones judiciales de los detenidos permitieron reconstruir parte de la historia. Los últimos días de diciembre de 1871, Pérez reunió, en nombre de Tata Dios, a varias decenas de paisanos criollos en las sierras cercanas a la ciudad. Allí les expuso las teorías del curandero: “muchachos –les había dicho Pérez a los seguidores, al pie de la Piedra Movediza– llegó el día del Juicio Final y un diluvio acabará hundiendo a Tandil. Nacerá un nuevo pueblo lleno de felicidad y sólo para argentinos”. Y allí le prometió a quienes participaran de la cruzada que sus almas y las de sus familias serían salvadas y vivirían por siempre en un nuevo reino de justicia y paz. Sólo tenían que deshacerse de todos los “gringos y masones culpables de la desgracias de los criollos”.

El pueblo esperaba el juicio del loco que había organizado la matanza, pero algo falló. La madrugada del 6 de enero de 1872, Tata Dios fue asesinado por varios disparos de armas de fuego efectuados desde una pequeña ventana de la celda donde estaba alojado. Algunos tandilenses insinuaron que su muerte fue ordenada por los mismos estancieros que en su momento lo habían encubierto para organizar la masacre. El resto de los detenidos fue enjuiciado y la mayor condena recayó sobre Cruz Gutiérrez, Juan Villalba y Esteban Lazarte, quienes fueron condenados a muerte y ejecutados el 13 de septiembre. Villalba no llegó a su ejecución porque, extrañamente, falleció en la prisión.

Hoy, en el Museo Histórico del Fuerte de Tandil aún conservan la frazada agujereada del Tata con nueve balazos y el expediente del juicio. Para los tandilenses, es una historia de la que mucho no se habla. Los más viejos aún se persignan cuando la recuerdan.